Mi abuelita se llamaba Maria Magdalena Catalan Vergara, pero mi familia y yo la llamábamos Mamá Lena. Ella murió el 14 de marzo del 2014, cuando tenía 68 años. Ella era una persona que amaba mucho, yo le hablaba de todas las cosas y ella si me quería escuchar. A veces yo fui ignorada por otros familiares, pero ella si me escuchaba y trataba de entenderme. Además de esto también me contaba de su vida en México. Ella visitaba a mi familia de vez en cuando y después regresaba a México. En los días feriados siempre nos visitaba para poder celebrar juntos la Navidad, Pascua, etc.
MamáLena era buena persona, y recuerdo que cuando era pequeña me preguntaba si era en verdad humana. En México, cuando los toros se salían enojados, mi abuelita podía calmarlos. Nadie puede calmar a un toro furioso, pero ella sí. Me contaba historias interesantes de México y de cuando mi mamá era joven, incluso historias de mis tíos y sus amigos. Ella valoraba mucho a la familia y siempre educó a sus hijos a que se respeten y se quieran aunque tengan diferente padre. Nunca tuvo odio en su corazón, incluso después de todo lo que le ocurrió en la vida. Una memoria de ella que nunca olvidaré fue un día que estaba caminando cerca del parque Pearson. Estaba con mi mamá, hermano y Mamá Lena. Mi hermano estaba en carriola con un vaso de leche y a cada rato tiraba leche al suelo. De repente salió un gato blanco callejero y empezó a beber la leche que tiraba mi hermano. Cuando mi mamá y yo tratamos de acercarnos al gato, nos trató de rasguñar. Nos sorprendió que Mamá Lena solo lo levantó y empezó a acariciarlo, y él gato no tuvo miedo, solo se dejó que lo agarrara.