Ted Cruz podría haber pensado que era una jugada política inteligente que resultó dar un giro alarmante: los partidarios del presidente Donald Trump irrumpieron y saquearon el Capitolio de los Estados Unidos mientras los legisladores consideraban la objeción de Cruz.

Cruz denunció la violencia, pero provocó una feroz reacción de los críticos de ambos partidos, quienes dijeron que su impulso por cuestionar los resultados electorales y apaciguar al presidente y sus partidarios antes de una posible carrera en 2024 ayudó a avivar las llamas de la ira entre los partidarios de Trump. 

Destacados demócratas de Texas le pidieron que dimitiera. Muchos otros sugirieron que había jugado un papel incitador en uno de los días más oscuros de la historia moderna de Estados Unidos. La conmoción que generó Ted Cruz fue demasiado, causó mucha violencia y por lo tanto podría renunciar a su puesto en el cargo por el terrible desenlace que tuvo. 

En los últimos meses, Cruz se ha posicionado como uno de los partidarios de Trump más destacados y vocales que ponen en duda las elecciones. Dos días después del día de las elecciones, Cruz acusó a los funcionarios de Filadelfia de no permitir que los observadores electorales observarán el conteo de votos en el estado indeciso, a pesar de que los abogados de Trump admitieron que se les había permitido ingresar a la sala.

En diciembre, Trump le preguntó a Cruz si estaría dispuesto a argumentar un caso arriesgado presentado por el fiscal general Ken Paxton que busca invalidar los resultados de las elecciones en estados como Pensilvania en caso de que llegara a la Corte Suprema de Estados Unidos. Cruz estuvo de acuerdo, pero el tribunal superior finalmente dijo que Texas no tenía la legitimación para presentar el caso. 

En los días previos a la certificación del miércoles, Cruz expresó su preocupación por la cantidad de personas que creían que se había producido un fraude en las elecciones, sin reconocer el papel que había desempeñado para fomentar esas creencias. Cruz fue la razón principal por la que la mayoría de los votantes republicanos o partidarios de Trump tenían la idea en la cabeza de que la elección estaba amañada.